martes, 29 de abril de 2008

"Los ritos" (fragmento)

(...)"-Las mujeres -dije- siempre reparan en lo accesorio -y pensé, Virginia, en vos: cubierta con mi camisa y oficiando el ritual de las figulinas, o reprochándome una noche que no hubiese notado, en todo el día, qué fecha era hoy o qué nuevo adefesio habías agregado a las parejas de la repisa; algún pollo anaranjado, de esos de peluche teñido con anilina, alguna jirafa de vidrio-. Son naturalistas. Yo te invento, nada menos, una historia de amor revolucionaria; vos muriendo fusilada ante mis ojos glaciales, y el pueblo, en armas, cantando La Internacional. Y me salís con que todavía no nos hemos ido a la cama.
Y empezaba, lentamente, a divertirme.(...)
Esa noche, me encontre diciendole que la queria.
Ella encendió la luz. Yo abrí los ojos.
-Lo que me emocionaría mucho -dijo Maria Fernanda, rígida-. Si no fuera que acabás de llamarme Virginia. Por segunda vez.
Busqué un cigarrillo. Lo encendí.
-Bueno, no es la única mujer con la que me pasa. No era el mejor camino; pero, de cualquier manera, ya no tenía arreglo.
-Perdoná, no fue eso lo que pensé decir.
El resto es previsible: Con idiotez, traté de abrazarla; ella se apartó. Yo me enfurecí, con ella y sobre todo conmigo, y me puse a fumar y a mirar el techo. De modo que por segunda vez; la primera, entonces, María Fernanda había estado bastante generosa. La miré de reojo. Ella, a mi lado, fumaba en silencio y miraba el techo. Lástima, claro, que siempre se las ingenian para que uno lo note. Y a los veinte minutos, aquel fumar y aquel callar y aquel rozarnos era tal porquería, y tan monótono, que lo mejor fue abrir las alcantarillas y tirarse de cabeza. Incoherente, comencé:
-Por lo demás, si supieras -y María Fernanda, su voz apagada, me interrumpió:
-Ya lo sé -dijo. Me senté violentamente en la cama.
-Si supieras lo que significó para mí, carajo, no adoptarías ese aire de Blanca Nieves ofendida. Ella no levantó la voz, ni me miró.
-Ya lo sé. Uy, si lo sé. Ella era silvestre y acomodaba ritualmente tus figulinas, con gran sentido erótico. Caballito con geisha; kokeshi con Santa Bibiana de Bernini. Y ahora preguntame si estoy celosa, así yo puedo contestarte que no seas idiota. Y tortuga macho con máscara javanesa. Me lo contaste diez veces, y hace veinte días que nos conocemos. Y la pequeña Virginia llegaba a tu departamento como Alicia al País de las Maravillas, y se quedaba, en camisa, palmoteando con manos regordetas con hoyuelos ante la vitrina donde...
-La repisa -dije secamente-. Se trataba de un pedazo de biblioteca.
Yo estaba sentado en la cama. María Fernanda hablaba con voz controlada, tenue: un arroyo impersonal y transparente, fluyendo.
-O repisa, o jaula de canario, porque para la Sirenita, geisha con pollito, bambi con la Victoria de Samotracia original, hoja de árbol del Paraíso con Palacio del generalife.
-Delfín -murmuré yo, y ella se interrumpió-. Que los muebles tallados por Boule, no fueron para el padre, sino para el hijo: para el Delfín. Y ahora, María Fernanda, sería muy lindo si nos calláramos.Yo seguía sentado en la cama; ella, sin mirarme.
-Pero, por qué -dijo María Fernanda-. Si en el fondo nos encanta; si no hay nada tan ajeno a todo lo que odiamos, a nuestro falso orgullo, a nuestra frivolidad, como la muchacha silvestre de las figulinas. Que lo dio todo... podía darlo todo, sabés. Sin pedir nada a cambio. Que era capaz de vestirse sólo con nuestra camisa, y servirte café hasta que la mates. Y comer, realmente, lo que hubiera, imbécil. Y caballito con geisha y tortuga con peluche. Y vos, y yo. Y algún día iba a abrir una gran valija llena de piedras de colores de cuando era chica, y hojas otoñales, e iba a decirte: vine, viste. Y se iba a quedar.
-Callate -murmuré.
-Y vos, por fin, ibas a ser feliz. Y puro.
Le di un bofetón real, impremeditado. Con toda mi alma. Le dije:
-Ya no tenés edad para jugar a estas cosas. Me dijo:
-Te agradecería infinitamente que te fueras de mi casa.
Fue bastante bueno, lo confieso. Vestirme, en esas circunstancias, resultó una de las operaciones más abyectas, ridículas e intolerables que me he visto obligado a realizar en mi vida. A la mañana siguiente me fui de San Pedro."(...)

miércoles, 23 de abril de 2008

jueves, 10 de abril de 2008

Marie Farrar, nacida en abril,
menor, sin señas particulares, raquítica, huérfana,
hasta el presente no fichada, dice haber
asesinado a un niño de la siguiente manera:

Que ya en el segundo mes intentó
en lo de una mujer que vivía en un sótano
abortarlo con dos inyecciones, que declara
fueron dolorosas. Pero no quiso salir.
Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

2
A pesar de ello dice haber pagado en el acto
lo convenido y desde entonces haber usado faja,
también bebió kerosen con pimienta molida;
pero que todo eso no hizo sino provocarle diarrea.
Que su cuerpo se hinchó a ojos vistas y que tuvo
dolores agudos, mientras lavaba los platos, muchas veces.
Ella misma, dice, aún no había dejado de crecer.
Que le rezó a la virgen, con mucha esperanza.
En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar,
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

3
Al parecer, las oraciones no dieron resultado.
También, era mucho pedir. Cuando se puso más gruesa
le daban mareos durante la misa. Sentía el cuerpo húmedo
de miedo, cuando se arrodillaba al pie del altar.
Sin embargo, mantuvo en secreto su estado,
hasta que finalmente la sorprendió el parto.
Pudo ocultarlo todo, seguramente porque nadie creía que ella
tan sin gracia, hubiera caído en la tentación.
Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Puesto toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

4
Que ese día, según ella, muy de madrugada
al lavar la escalera sintió que le clavaban
uñas en el vientre. El dolor la estremecía.
Y, sin embargo, logró disimularlo.
Todo el día. Mientras cuelga la ropa
la cabeza le estalla: de repente se da cuenta
que va a parir y siente un gran peso
sobre el corazón. Solo muy tarde sube al cuarto.
Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

5
La llamaron de nuevo cuando ya se había acostado,
había nevado y tuvo que barrer.
Así hasta las once. Aquel fue un largo día.
Solo entrada la noche pudo parir en paz.
Y dio a luz, así declara, a un niño varón,
a un hijo que era igual a otros hijos,
pero ella no era igual que otras madres, eso
quiero aclararlo sin ironía y sin mayor motivo.
En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

6
Dejémosla que siga relatando
lo que con ese hijo pasó
(dijo que no pensaba guardarse una palabra)
para que todos lo sepan y se ubiquen.
Dice que a poco de acostarse sintió intenso malestar,
sin saber qué podría ocurrir,
pues estaba sola, y que se forzó a no gritar.
Y yo a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

7
Con sus últimas fuerzas, dice que luego,
como su cuarto estaba helado, se arrastró
hasta el retrete y allí (no recuerda exactamente
en qué momento), sin más vueltas, parió
hacia el amanecer. Dice que entonces se sintió
muy confusa, y luego, ya medio congelada,
porque en el baño de servicio entra la nieve,
apenas tuvo fuerzas para alzar al niño.
En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

8
Luego, entre el baño y la pieza -dice que hasta entonces
no había pasado nada-, la criatura
comenzó a gritar, eso la alteró de tal manera,
que la golpeó con ambos puños y con fuerza,
ciegamente, dice, hasta que se calló.
Luego de ello se llevó el cuerpito consigo
a la cama por el resto de la noche
y de mañana lo escondió en el lavadero.
Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

9
Marie Farrar, nacida en abril,
muerta en la prisión de Meissen
madre soltera, sentenciada, quiere
mostrarles los sufrimientos de todas las criaturas.
Ustedes que dan a luz en limpias
camas de maternidad y llaman
"benditos" a sus vientres preñados quieran
no condenar a los débiles perdidos
pues sus pecados fueron duros y su dolor fue grande.
Por eso, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

martes, 8 de abril de 2008

(...)"Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata."(...)

martes, 1 de abril de 2008

Vamos por el ancho camino


Ven ven conmigo ven
Ven ven conmigo ven
vamos por ancho camino
nacera un nuevo destino, ven.

Ven ven conmigo ven
Ven ven conmigo ven
al corazon de la tierra
germinaremos con ella, ven.





El odio quedo atras
no vuelvas nunca,
sigue hacia el mar
tu canto es rio, sol y viento
pajaro que anuncia la paz.

Amigo tu hijo va,
hermano tu madre va,
van por el ancho camino
van galopando en el trigo, van

Ven ven conmigo ven
Ven ven conmigo ven
llego la hora del viento
reventando los silencios, ven.

El odio quedo atras
no vuelvas nunca,
sigue hacia el mar
tu canto es rio, sol y viento
pajaro que anuncia la paz.
Ven conmigo ven (ven, amor, conmigo ven).