viernes, 29 de agosto de 2008

"Crear una pequeña flor es trabajo de siglos"

(...)"Mi difundida teoria sobre las mujeres, era que al ser abandonadas por un hombre, lo primero que hacen es cortarse el pelo, o teñirselo, o ponerse a estudiar guitarra.
La proxima vez que la vi, solo nos saludamos de lejos. Yo elaborè mi segunda teoria sobre las mujeres abandonadas: se embellecen..."

lunes, 25 de agosto de 2008

"Flor de lino"

Deshojaba noches esperando en vano que le diera un beso,
pero yo soñaba con el beso grande de la tierra en celo.
Flor de Lino,
qué raro destino
truncaba un camino
de linos en flor...

Deshojaba noches cuando la esperaba por aquel sendero,
llena de vergüenza, como los muchachos con un traje nuevo:
¡cuántas cosas que se fueron,
y hoy regresan siempre por la siempre noche de mi soledad!

Yo la vi florecer como el lino
de un campo argentino maduro de sol...
¡Si la hubiera llegado a entender
ya tendría en mi rancho el amor!
Yo la vi florecer, pero un día,
¡mandinga la huella que me la llevó!
Flor de Lino se fue
y el hoy que el campo está en flor
¡ah malhaya! me falta su amor.

Hay una tranquera por donde el recuerdo vuelve a la querencia,
que el remordimiento de no haberla amado siempre deja abierta:
Flor de Lino,
te veo en la estrella
que alumbra la huella
de mi soledad...
Deshojaba noches cuando me esperaba como yo la espero,
lleno de esperanzas, como un gaucho pobre cuando llega al pueblo,
flor de ausencia, tu recuerdo
me persigue siempre por la siempre noche de mi soledad...







http://www.youtube.com/watch?v=rxF2jkd2Z6I

miércoles, 20 de agosto de 2008

"Con los pies nos vamos"

No quiero que me levanten los pies para morirme.
Que me alcen las manos, eso si,
hasta la desembocadura de los astros.
Pero no quiero que me levanten los pies para morirme.
Con las manos hacemos la ternura y la nostalgia.
Y cuando me vaya,
quiero ser toda mi despedida.

Porque estoy traspasado de materia,
de materia inflamable y aleatoria
que no me deja en paz, que me persigue
y que no quiero olvidar cuando me vaya.

Las cosas estan altas y en la altura se arrastran.
Todas las cosas son, se me parecen:
el sueño intestinal del ave,
la orquidea en el vientre de los muertos.
Debo irme con ellas
trasportadas por esta permanencia.
Tan grande es el dolor de nuestra marcha,
tan grande y tan amigo,
que no quiero que me levanten los pies para morirme.

Quiero ser todo el que fui cuando me vaya.

14

Mi abuela —que no era tuerta— me decía:

«Las mujeres cuestan demasiado trabajo o no valen la pena. ¡Puebla tu sueño con las que te gusten y serán tuyas mientras descansas!

»No te limpies los dientes, por lo menos, con los sexos usados. Rehuye, dentro de lo posible, las enfermedades venéreas, pero si alguna vez necesitas optar entre un premio a la virtud y la sífilis, no trepides un solo instante: ¡El mercurio es mucho menos pesado que la abstinencia!

»Cuando unas nalgas te sonrían, no se lo confíes ni a los gatos. Recuerda que nunca encontrarás un sitio mejor donde meter la lengua que tu propio bolsillo, y que vale más un sexo en la mano que cien volando».

Pero a mi abuela le gustaba contradecirse, y después de pedirme que le buscase los anteojos que tenía sobre la frente, agregaba con voz de daguerrotipo:

«La vida —te lo digo por experiencia— es un largo embrutecimiento. Ya ves en el estado y en el estilo en que se encuentra tu pobre abuela. ¡Si no fuese por la esperanza de ver un poco mejor después de muerta!...

»La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas. Poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario, y aunque los mosquitos vuelen tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles. Cuando una tía nos lleva de visita, saludamos a todo el mundo, pero tenemos vergüenza de estrecharle la mano al señor gato, y más tarde, al sentir deseos de viajar, tomamos un boleto en una agencia de vapores, en vez de metamorfosear una silla en transatlántico.

»Por eso —aunque me creas completamente chocha— nunca me cansaré de repetirte que no debes renunciar ni a tu derecho de renunciar. El dolor de muelas, las estadísticas municipales, la utilización del aserrín, de la viruta y otros desperdicios, pueden proporcionarnos una satisfacción insospechada. Abre los brazos y no te niegues al clarinete, ni a las faltas de ortografía. Confecciónate una nueva virginidad cada cinco minutos y escucha estos consejos como si te los diera una moldura, pues aunque la experiencia sea una enfermedad que ofrece tan poco peligro de contagio, no debes exponerte a que te influencie ni tan siquiera tu propia sombra.

»¡La imitación ha prostituido hasta a los alfileres de corbata!»