(...)"-A ella le gustaba el mar, andar descalza por la calle, tener hijos, hablaba con los gatos atorrantes, quería conocer el nombre de las constelaciones, pero no sé si es del todo así, no sé si de veras se la estoy describiendo - dijo el hombre que tenía cara de cansancio. Estábamos sentados desde el atardecer junto a una de las ventanas que dan al río, en el club de pescadores; ya era casi medianoche y desde hacía una hora él hablaba sin parar. La historia parecía difícil de comprender: la había comenzado en distintos puntos tres o cuatro veces,(...) Se parecía a la noche de las plazas -dijo de pronto, lo dijo con naturalidad; daba la impresión de no sentir pudor por sus palabras. Yo le pregunté si ella, la muchacha, se parecía a las plazas. -Por supuesto -dijo el hombre- Pero no a las plazas, a la noche de ciertas plazas. O a ciertas noches húmedas, cuando hay esa neblina que no es neblina y los bancos de piedra y el pasto brillan.(...) Compraba plantitas y las dejaba sobre mi escritorio, doblaba las páginas de los libros, silbaba. No distinguía a Mozart de Bartók, pero ella silbaba, sobre todo a la mañana; carecía por completo de oído musical pero se levantaba silbando, andaba entre los libros, las macetas y los platos de mi departamento de soltero como una Carmelita descalza y, sin darse cuenta, silbaba una melodía extranísima, imposible, una cosa inexistente que era como una czarda inventada por ella.(...) ¿Sabe cómo la conocí? Ni usted ni nadie puede imaginarse cómo la conocí. Haciendo pis contra un árbol. Yo era el que hacía pis, naturalmente. Medio borracho y contra un plátano de la calle Virrey Melo. Era de madrugada y ella volvía de alguna parte, qué curioso, nunca le pregunté de dónde. Una vez estuve a punto de hacerlo, la última vez, pero me dio miedo. La madrugada del árbol ella llegó sin que yo la oyera caminar, después me di cuenta de que venía descalza, con las sandalias en la mano; pasó a mi lado y, sin mirarme, dijo que él pis es malísimo para las plantitas. En el apuro me mojé todo y, cuando ella entró en su casa, yo, meado y tembloroso, supe que esa mujer era el amor de mi vida. Todo lo que nos va a pasar con una mujer se sabe siempre en el primer minuto.
Sin embargo es increíble de qué modo se encadenan las cosas, de qué modo un hombre puede empezar por explicarle a una muchacha que un plátano difícilmente puede ser considerado una plantita, ella simular que no recuerda nada del asunto, decirnos señor con alegre ferocidad, como para marcar a fuego la distancia, decir que está apurada o que debe rendir materias, aceptar finalmente un café que dura horas mientras uno se toma cinco ginebras y le cuenta su vida y lo que espera de la vida, pasar de allí, por un laberinto de veredas nocturnas, negativas, hojas doradas, consentimientos y largas escaleras, a meterla por fin en una cama o a ser arrastrado a esa cama por ella, que habrá llegado hasta ahí por otro laberinto personal hecho de otras calles y otros recuerdos, oír que uno es hermoso, y hasta creerlo, decir que ella es todas las mujeres, odiarla, matarla en sueños; para finalmente verla renacer intacta y descalza entrando en nuestra casa con una abominable maceta de azaleas o comiendo una pastafrola del tamaño de una rueda de carro"(...)
viernes, 2 de mayo de 2008
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1 comentario:
bueno bueno bueno....
no entiendo muy bien esto de los blogs...pero bueno si vos lo tenes debe ser por algo(??????)
bue....prometi no hablar de culos sucios o lechos desconocidos.
Nada mas paso y dejo mis cordiales y efusivos saludos(saltando y agarrandome la ingle y cantando almboy almboy almboy la uta q barioooo!)
chau
firma tu hermano al q no le falta luna!
o osea Simon bolivar.
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